Febrero de 2013. Stand de Nokia en el Mobile World Congress, Barcelona. Me acerco a ver las novedades de la marca finlandesa, que por aquel entonces todavía me dejaba frío. Su único producto reciente que había logrado llamar mi atención era el Nokia Lumia 920, muy empañado por la trampa de colar un vídeo tomado con DSLR como propio para mostrar la capacidad de su estabilizador óptico. Ese día de febrero las tornas empezaron a cambiar. Fue cuando conocí al Nokia Lumia 720, pero sobre todo al Nokia Lumia 520. Precisamente el más pequeño de la familia Lumia, el gama baja, el que se encuentra por debajo de la franja de los 200 dólares.

Me pareció que la apuesta de Nokia no podía ser más acertada: una gama baja cuidada, no mediocre, con una buena experiencia de uso y unas especificaciones notables. Pero sobre todo, la experiencia de uso, conseguida gracias a Windows Phone 8 y su buen rendimiento también en smartphones de entrada. Cuando ya lo pude probar más a fondo me reafirmé: el Lumia 520 es el mejor gama baja, sin discusión, y una rotunda lección al resto de fabricantes de cómo respetar a sus clientes que no pueden desembolsar 300, 500 o 700 dólares por un smartphone. Y de paso, un guiño a mercados donde el acceso a estos dispositivos está algo más complicado y el salario mínimo está al nivel de lo que cuesta un smartphone de gama alta subvencionado por una operadora (véase Argentina, por ejemplo).

Nadie ha entendido tan bien la importancia de una buena gama bajaAyer, 13 de noviembre, la resucitada Motorola presentó su nueva apuesta, tras la llegada del Moto X. Con el Moto G, Motorola volvió a acertar de pleno. Como Nokia. Parece que son los dos únicos fabricantes que han escogido el camino correcto en la gama baja. Cada uno a su manera, pero con puntos en común para ambos: productos de calidad que huyen de la mediocridad crónica implantada en la gama baja y respetando la línea roja de los USD$200. Nokia lo tenía un poco más fácil por usar Windows Phone 8, creado para rendir mejor incluso con especificaciones más limitadas. Android, por su propia arquitectura, lo tiene más complejo. Es decir: Motorola lo tenía más complejo. Por eso decimos que es un gama media a precio de gama baja: necesita unos componentes mayores. Para explicar cómo fue posible, su CEO pronunció una frase lapidaria:

"Como no perdemos el tiempo en duplicar los Google-Services, podemos enfocarnos en mejorar el software... Y así tenemos mejor performance que el Galaxy S4, por ejemplo, que cuesta el triple".

Fue un dardo doblemente envenenado a Samsung. De un lado, comparar el precio del Moto G con el del Galaxy S4. Del otro, la parte de "duplicar los Google-Services". Y no sólo a Samsung, sino a casi cualquier otro fabricante Android de la industria (Sony, HTC, LG...). Con mucha razón, Dennis Woodside apuntaba a la inutilidad de crear servicios propios existiendo los de Google (que de paso, suelen ser mejores). Y se vanagloriaba de invertir esos recursos en optimizar la experiencia de usuario. De no ser así, el Moto G quizás seguiría siendo notable por sus especificaciones y precio, pero la experiencia de usuario que pudo corroborar Mariano Amartino no estaría a ese nivel. Y ese fue el gran aplauso: apenas tocar Android, apenas intervenir; otros apuestan por pesadas capas de personalización y funciones que casi nadie usará (y no son opcionales, sino propias del terminal). Asimismo, es un terminal que huye de centralismos: está pensado en gran parte para Latinoamérica. Y de hecho, es un éxito seguro para Latinoamérica.

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Tiene más mérito una buena gama baja a precio moderado que sumar otro gama alta sin nada diferenciadorMotorola ha comprendido el camino, de forma diferente al modelo de Nokia, pero ambos son los ganadores de 2013 en este segmento. Tenemos el vicio de mirar hacia la gama alta, hacia los high-end, hacia terminales aspiracionales. Pero el mundo real no es así, y predomina la gama baja. Me parece mucho más admirable lo hecho por Nokia y Motorola para mejorar el uso de la tecnología por parte de quien no puede permitirse destinar su sueldo íntegro a un smartphone. Otros no lo comprenden: Samsung tiene una gama baja llena de mediocridades, HTC renunció a ella, más o menos como Sony, LG está peor ahí que Samsung, Apple ni se plantea bajar de su escalón sagrado por su propio ADN...

En una línea por debajo en cuanto a precios, me parecen igualmente admirables los Nokia Asha (acceso a WhatsApp y redes sociales más cámara de fotos por menos de 100 dólares, incluidos mercados emergentes) o el proyecto de Firefox OS, que ha traído los smartphones más económicos del mercado como entrada de gama para quien nunca han tenido un smartphone y no quieren gastar demasiado en él. Esa es la verdadera victoria en la industria para mí.

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