Antes de la era smartphone en España, había ciertas costumbres o prácticas alrededor de los teléfonos móviles que llegaron a extenderse muchísimo y en muchos casos, a hacer que la gente gastara mucho más dinero del que hoy en día gastamos en compras como aplicaciones o libros eléctrónicos. Hoy repasaremos algunas de las que los smartphones enterraron, como el Club Zed.

Suscripción a plataformas de contenido móvil: Movilisto y Club Zed

En la mayoría de casos, tener un teléfono móvil anterior a un smartphone, provocaba que, incluso teniendo posibilidad de compartirle canciones o fotos desde nuevo ordenador, no lo hiciésemos. Los motivos son simples: muchos teléfonos llegaban sin cable de datos incluido, por lo que muchas veces era necesario desembolsar cantidades superiores a 20€. Sí, has leído bien. 20€ por un cable que hoy regalan. Otras veces, los requisitos de almacenamiento de nuestro teléfono hacían que fuera un incordio estar reconvirtiendo las imágenes, la música. Aprovechando hábilmente ese hueco, se pusieron de moda los mensajes premium.

YouTube video

En el caso del Club Zed, te suscribías y te llegaban mensajes periódicamente, y sólo por recibirlos ya tenías que pagar cantidades que en algunos casos sobrepasaban el €. Si te interesaba algún contenido como un vídeo o un canción, debías desembolsar más. Lo malo era darse de baja, un auténtico suplicio que en muchos casos superaba la burocracia que encontramos en una administración.

Movilisto es un caso parecido, y sus prácticas publicitarias y empresariales, similares. Se basaba en el bombardeo televisivo en cada corte de anuncios de las principales cadenas. Como vemos en el vídeo, por recibir algún complemento como una utilidad de linterna, se nos cobraba 1.2€ más IVA, pero más sangrante era cuando querías descargar algún juego, y tenías que envíar 3 mensajes, multiplicando por 3 el precio.

El abuso de las operadoras con los SMS

Aplicaciones por SMS

Antes de poder instalar WhatsApp, el público se comunicaba con llamadas, pero debido a lo caro de éstas, se hacía mucho uso de los mensajes SMS. En España, a diferencia de otros lugares donde se siguen usando, como en Estados Unidos, el coste de los SMS era abusivo, y de hecho, sigue siendo el mismo en muchos casos: 15 céntimos más IVA. Cuando eras adolescente y los usabas compulsivamente, las facturas podían ser descomunales. Es por este hecho, que, en el el momento en que se vislumbró la luz con las tarifas de datos, España se convirtió en un increíble feudo de WhatsApp, a diferencia de otros países, que se encuentran más divididos en cuanto al uso de clientes de mensajería.

Portales exclusivos de las operadoras: emoción, Orange World, Vodafone Live!

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Ahora comprar un smartphone de operadora implica (aunque cada vez menos) tener aplicaciones preinstaladas que en la mayoría de casos presentan una utilidad más que cuestionable, mientras que provocan ralentizaciones y mal funcionamiento de nuestro terminal. Pero la cosa viene de lejos. En España, era común tener un botón principal dedicado a servicios como Vodafone Live, que no era más que un portal donde podías acceder a noticias, música, horarios de cine, etc. Ese botón no estaba puesto así porque su uso fuera común, sino para que los usuarios lo pulsaran por equivocación y te cobrarán un cantidad alta por cada conexión. Las operadoras tampoco los mimaban excesivamente, por lo que en el momento en que llegaron las tarifas de datos de forma masiva, su uso (siempre residual), quedó en el olvido.

Compartir archivos por MMS, bluetooth e infrarrojos

Bluetooth

El MMS introdujo el envío de imágenes y otros archivos como documentos o música, pero a diferencia de sus hermanos de sólo texto, nunca se popularizaron más allá de promociones, ya que su coste era mucho más alto. Al principio se pensaba que con el tiempo se reduciría su coste, pero la realidad es que nunca llegó a ser económico. Las alternativas gratuitas eran el bluetooth y los infrarrojos. Era muy gracioso ver a dos personas pegar sus terminales durante 10 minutos para enviar alguna canción suelta. Se impuso la lógica, claro. Otro caso más donde WhatsApp y el mail en los smartphones acabaron con todo.

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