Cada vez que se presenta un nuevo smartphone o un nuevo tablet se hace siempre el mismo ritual, una lista de todas sus especificaciones: tamaño de pantalla, tipo de resolución, procesador que usa, memoria RAM, memoria interna… y casi siempre hay dos compañías las cuales siempre aparecen en los créditos, Qualcomm para los procesadores, y Corning, para las pantallas. Vayamos uno por uno.
Por un lado, Qualcomm aporta la gran mayoría de los procesadores de los smartphones y tablets con su gama Snapdragon y sus modelos 400, 600 y 800, quedando en la actualidad el Snapdragon 400, 800 y 801, salvo algunas excepciones como Samsung con los A7 que proporciona a Apple y sus propios Exynos, y otras de Intel y Mediatek. Esto evidentemente le ha proporcionado inmensos beneficios, y en bolsa lleva registrando un aumento lento pero constante en el precio de sus acciones. Y ya no solamente eso, sino el prestigio de que sus procesadores den potencia a productos de marcas tan diversas como LG, Sony, Samsung o Nokia. Estas son las diferencias entre el 800 y el nuevo 801:
De hecho, Qualcomm incluso anunció a principios de año el Snapdragon 802 orientado para Smart TVs, buscando una diversificación en su línea de productos, pero fue cancelado al mes de ser presentado en el CES 2014.
El caso de Corning y su Gorilla Glass es aún más llamativo. Con pocas excepciones como por ejemplo el Lumia 520 que no usa Gorilla Glass, sino lo que los finlandeses llaman Scratch Resistant Glass, o el Galaxy Nexus, el cual no contaba con un Gorilla Glass, sino con una autodenominada “pantalla reforzada”, el Gorilla Glass es usado en casi todos los smartphones y tablets de las grandes compañías como Sony, Apple, LG o Samsung. El hecho de hacer un gran producto y que no haya ninguna otra compañía que le haga la competencia a gran escala ha facilitado esto.
Esto en parte y es bueno y a la vez malo para los consumidores. Bueno porque el hecho de que estén en su posición de ventaja con respecto al resto del mercado no es cosa del destino: hacen muy buenos productos y si las compañías siguen usándolos es porque son perfectamente válidos para sus intereses. Pero malo porque el hecho de que no haya competencia puede llevar a un estancamiento de su tecnología e innovación, cosa que no pasa en cambio en el mercado de los smartphones o tablets, donde innovación (mejores cámaras, más fluidez en el SO, nuevas funciones...) está a la orden del día.